Eritis sicut dii, le dice la Serpiente a Eva invitándole a probar el fruto prohibido del árbol de la ciencia del bien y del mal: seréis como Dioses. Y como Dioses creamos mundos ex nihilo. De mundos creados de la nada va este blog, de mundos literarios. Aquellos que Pablo Solares Villar -el autor de esta bitácora- ha ido pergeñando a lo largo de los años. Mundos que no se resignan a ser olvidados en un cajón o en un rincón del disco duro, que desean ver la luz. ¡Bienvenid@! Espero que te encuentres a gusto aquí, y que te animes a dejar algún comentario. ¡Estás en tu casa!

'Junto al abismo de la Provatina' (microrrelato)

[Este microrrelato fue publicado en el primer número de la Revista Cultural "Felechos y Cotolles" (Gijón, 2006)].




Partí de Salónica con mi cayado, hacia las montañas nevadas. Partí de Salónica cruzando aldeas y espantando rebaños, oyendo las águilas sobre mi cabeza. Hollando siempre la enlosada cinta del sendero ascendente. Atrás quedaron las encinas, ya sólo roca. Llegué así a la montaña, junto al abismo de la Provatina; los pueblos del mundo todos a mis pies. Allí llegué y allí me senté, en un bloque pétreo, mirando al abismo. Y de los cielos descendió un ángel y me tocó el hombro. Me volví y le vi; era un ángel, no me pidáis que describa lo inefable. Apareció el ángel, me tocó y dijo: Muéstrame tus dineros, dijo. Vacié mis bolsillos y, juntando en un cuenco mis manos, le mostré al ángel las monedas y los billetes. Tocó mi hombro nuevamente, y dijo: Mira tu dinero, dijo; y obedecí, y miré. Ya no vi dinero: vi sangre, vi sudor, vi lágrimas, vi crimen, vi violación, vi miseria, vi hambre, vi guerra, vi injusticia, vi maldad, vi dolor y sufrimiento. Y cuando hube visto todo aquello lancé con repulsión mi dinero a la sima. Alcé la mirada, pero el ángel ya no estaba allí. Escuché atento, pero ningún sonido procedente del insondable abismo de la Provatina.
Absoluto silencio. Cayó el telón estrellado de la noche, los pueblos todos de la tierra a mis pies. Se elevó la luna, y en su cenit surgieron del pozo abismal cuatro demonios. Portaban lujo los demonios, portaban poder, portaban hartura, portaban palacios, portaban impunidad, portaban esclavos. Acercáronse a mí los cuatro demonios y me dijeron: Toma tu dinero, me dijeron, acercando a mi vista aquello que consigo traían. Les miré y dije: ¡Marchaos! Les dije yo. Y los demonios volvieron al abismo, veloces.
Miré a los pueblos y gentes todas de la tierra. Y vi sus luchas y afanes, vi su sangre derramada, su infinito sufrimiento. Les grité, pero no me escucharon; escribí, pero no leyeron mis palabras; agité mis brazos, pero miraron hacia otro lado. El nocturno espejo de la luna llegó a su ocaso. Amaneció. Y yo volví a la ciudad de Salónica, ya sin dinero.

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